El contador público es un profesional sujeto a múltiples responsabilidades y presiones, ya que su carga laboral es alta por naturaleza, así que debe aprender a manejar las diferentes situaciones que le afecten en el trabajo para que no trasciendan a las demás áreas de su vida.

Por: Juan David Hernández, asistente de investigación contable del INCP

La profesión contable, como parte del conjunto de las ciencias económicas y en mayor medida de las ciencias sociales, tiene un amplio campo de aplicación, pues la información –que es su principal producto– se requiere en todos los sectores de la economía. Esta demanda exige que los profesionales contables siempre estén dispuestos y capacitados para cubrirla, no solo a nivel técnico y teórico, sino a nivel personal y emocional.

Sin embargo, en la mayoría de las áreas de la profesión se evidencia como, debido al volumen, relevancia y urgencia de la información requerida, los contadores manejan niveles de presión bastante altos, tanto en carga laboral como en reconocimiento de la información. Son muchos los casos en los que el profesional contable se ve bajo una situación de fuerte estrés laboral debido al volumen de trabajo o al trato de sus superiores. De igual manera, no son pocos los casos donde se presiona al contador para reflejar la información que, de cierta manera, se acomode a las necesidades de una organización.

Por tal motivo los profesionales contables, además de ser conscientes de las exigencias innatas de su profesión, deben procurar tener un plan de acción ante estas situaciones que pueden deteriorar y llegar a erosionar una relación laboral.

Presión por cargas de trabajo y comunicación inadecuada

La situación que más aqueja a los contadores es el alto volumen de trabajo, que se agrava, frente a lo que manejan otras profesiones administrativas, debido a dos factores. En primer lugar, los contadores tienen la característica de otorgar fe pública; lo que condiciona su trabajo y lo liga a un nivel de responsabilidad superior. Por otra parte, la información contable es objeto de fiscalización y control estatal, por lo cual el ejercicio de esta profesión es altamente regulado y estandarizado, aumentando la necesidad de un trabajo correcto y oportuno.

Esta necesidad de “perfección y rapidez” lleva a que en las organizaciones se exija al contador un nivel de eficiencia mayor que a otros profesionales, situación que no siempre es manejada adecuadamente por inconvenientes en torno a una mala comunicación, originando un descontento y malestar entre las partes.

Algunas de las situaciones más comunes que se presentan en este aspecto son:

  • Sobrecarga laboral: Acumulación de tareas, entregas y procesos por realizar en periodos de tiempo muy corto, lo que no permite su óptima realización.
  • Explotación laboral: Esta situación se presenta cuando la dirección de la organización le impone condiciones a un empleado que van más allá de lo establecido en la relación contractual o de lo permitido legalmente.
  • Incentivos negativos: Condicionamiento que se le hace al trabajador, por parte de la dirección, sobre aspectos como el salario, beneficios e incluso la continuidad de la relación laboral, a fin de ejercer presión en el cumplimiento de una tarea.
  • Síndrome de Burnout: Es un estado extremo al cual puede llegar el trabajador –en este caso el contador– en el cual, producto de un estrés laboral crónico, se genera agotamiento físico, emocional y mental; que puede desencadenar en la perdida de interés en el cumplimiento de sus deberes, disminución en su sentido de responsabilidad e incluso caer en un estado de depresión.
  • Comunicación inadecuada: Se presenta en dos vías. La primera, cuando el jefe, directivo, superior, etc. exige al trabajador el cumplimiento de las tareas o realiza la retroalimentación de los resultados sin establecer una comunicación en buenos términos. En ese mismo sentido, la segunda se da cuando, en respuesta a las anteriores situaciones, el trabajador manifiesta su inconformidad sin establecer una conversación en los mejores términos.

¿Cómo actuar?

  1. Establecer prioridades: Por mucho que se desee cumplir con la meta establecida, no se pueden hacer imposibles. Si al analizar el tiempo disponible y compararlo con la cantidad de trabajo pendiente se hace evidente que no se va a cumplir la meta, es necesario dar prioridad a aquello que representa mayor urgencia. Para el caso de un contador, se deben priorizar siempre las tareas que implican un requerimiento de las entidades oficiales, ya que no habrá más tiempo para realizarlas y puede incurrirse en sanciones. Esto no implica dejar de lado el resto de tareas, pero ante el argumento de evitar una sanción a la organización no procede algún tipo de queja.
  1. Identificar la causa: Mas allá de la evidente alta carga laboral, un contador debe identificar aquello que le molesta. Por ejemplo: Su equipo de trabajo, su puesto de trabajo, la comunicación con sus jefes y compañeros, sus expectativas en la organización o motivos personales.
    Parece obvio, sin embargo, es fundamental identificar cuáles son las causas reales del malestar que afecta el desempeño en el trabajo. Realizar este paso correctamente permitirá que se puedan realizar las acciones de los siguientes numerales, escogiendo cuál es la mejor para cada caso.
  2. Establecer límites: La contabilidad es una profesión que demanda un alto nivel de responsabilidad y profesionalismo de parte de quienes la ejercen. Esto causa que, a menudo, se le exija más de lo que puede dar. En el momento en que el profesional contable sienta que las exigencias de sus superiores rebasan sus posibilidades reales de cumplirlas es aconsejable que lo comunique, ya que al no hacerlo, y buscar sobre esforzarse para cumplir, le indicará al superior que puede con esa carga o más, dando inicio a un ciclo que aumentará cada vez más su carga. No se trata de no hacer frente a los retos o de no considerarse capaz para una labor, se trata de ser consiente del límite que se puede tolerar antes que el trabajo afecte las demás áreas de la vida. “Antes que contadores o empleados somos personas”.
  3. Comunicación con el jefe: Es común sentir un respeto natural hacia el jefe o superior, pero esto no significa que los jefes sean personas egoístas o que no les interesen los problemas de sus empleados. Todo lo contrario, un buen jefe reconoce en la comunicación y retroalimentación con sus subordinados la oportunidad de encontrar ocasiones de mejora sin identificar, solo es cuestión de buscar el momento y la forma adecuadas para hacerlo.
    Lo más conveniente es que se realice oportunamente, de modo que la situación aún pueda solucionarse. Debe buscarse un momento de baja presión para hacerlo, en horas de la mañana o durante un descanso. Aunque es posible que en ocasiones se entre en conflicto con el jefe, en cualquier situación debe mantenerse el respeto (así no sea mutuo), permitir al jefe calmarse y no enfrascarse en una discusión cada vez más acalorada que solo terminará por dañar definitivamente la relación laboral.
    En lo posible, ser puntual y no quedarse solo en la queja o en cuestionar una situación, sino también establecer alternativas de solución; de esta manera se verá el compromiso con la labor que genera conflicto y no solo un descontento que puede ser ignorado o malentendido.
  4. Buscar apoyo: Independientemente de las causas que se hayan identificado en el punto 2, es necesario buscar apoyo en personas cercanas (o no tan cercanas).
    Aunque la personalidad de cada individuo puede variar, el liberar la carga emocional que representan las situaciones adversas que se viven en el día a día siempre será de gran ayuda. Un familiar, un amigo, un compañero de trabajo e incluso un profesional (como un psicólogo) pueden ayudar a encontrar soluciones que en medio de la frustración no se habían observado.
  1. Practicas saludables: Como se mencionó anteriormente, el trabajo no es el único aspecto de la vida de una persona. Los contadores, particularmente, desarrollan una labor que los induce a un ritmo de vida bastante sedentario por lo que, debido al ritmo de trabajo que manejan, descuidan factores básicos como la alimentación, el sueño y el espacio para practicar actividades físicas.
    Por tal motivo, no se puede renunciar a una buena alimentación o a un descanso apropiado por temas laborales. Si bien es cierto que en el desarrollo del ejercicio de la profesión contable existen (continuamente) tareas que exigen trabajar tiempo extra, esto no significa que se sacrifique el tiempo para alimentarse o descansar. Un cerebro exhausto y un estomago hambriento (o peor aún, enfermo) no permitirán que el trabajo se lleve a cabo adecuadamente.