La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se ha convertido en piedra angular dentro de los procesos de gestión y estrategia organizacional. Hoy por hoy, las compañías siguen persiguiendo la obtención de buenos resultados financieros (gran atractivo para los inversionistas), pero con una visión empresarial más amplia y consciente de que la generación de valor económico debe generar, a su vez, valor social y ambiental.

Por Clenia Causil, asistente de investigación técnica del INCP

La RSE comprende todas aquellas acciones, proyectos, iniciativas, programas o procesos que se encuentran coherentemente alineados con la cultura, las conductas y las lógicas económicas, sociales y ambientales de una entidad; dichas prácticas buscan satisfacer las expectativas –cada vez más responsables– de los stakeholders.

Las prácticas de RSE permiten mejorar la manera en que se relaciona la organización con la sociedad, el medio ambiente y cada uno de sus stakeholders, y están estrechamente ligadas a un comportamiento ético, buenas condiciones laborales para los trabajadores, procesos de producción sostenibles y/o amigables con el medio ambiente, desarrollo comunitario, integración de la cadena de proveedores, gobierno corporativo, transparencia, rendición de cuentas, buenas prácticas de adquisición, evaluación ambiental de proveedores, diversidad e igualdad de oportunidades, libertad de asociación y negociación colectiva, etc. Dichas prácticas obedecen a dinámicas diferentes dependiendo del tamaño de la empresa.

Para las pequeñas y medianas empresas (pymes), la incorporación e implementación de prácticas de RSE, incluso la interiorización del concepto mismo, aún representa grandes retos.

Los motivos que explican la inactividad de muchas pymes en el campo de la RSE se refieren principalmente a: la falta de información y conocimiento sobre ésta y el modo en que la integran en sus actividades, la falta de recursos humanos y materiales, y las dificultades para convertir los esfuerzos sociales y medioambientales en beneficios tangibles. Sin embargo, no hemos de olvidar que la implantación de políticas en esta materia puede conllevar significativas ventajas competitivas que acaben incrementando el valor de la empresa en la medida que un desempeño sostenible puede acarrear mejoras asociadas con la reputación, la gestión de riesgos, el reclutamiento de empleados, la motivación y retención de los mismos, mejoras en sus relaciones con inversores y con el acceso al capital, mayores niveles de aprendizaje e innovación, mejoras en la competitividad y en el posicionamiento en el mercado, incremento de la eficiencia operativa, etc. (Herrera, Larrán, Lechuga, & Martínez, 2014).

En comparación con las pymes, es cierto que las grandes empresas cuentan con más recursos –dinero, tiempo, personas–, invierten en investigación, disponen en la mayoría de los casos de un área encargada de alinear las prácticas de RSE con la estrategia organizacional (para no caer en la filantropía), tienen acceso a servicios de consultorías especializadas en el tema y enfocan parte significativa de sus esfuerzos en crear valor y ventajas competitivas a partir de las buenas prácticas de la RSE; sin embargo, estos factores no son los únicos determinantes para que una empresa sea socialmente responsable, uno de los factores más determinantes es la cultura organizacional.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la RSE se traduce en competitividad para las pymes siempre y cuando esta se conciba desde el interior de la organización como un proceso de cambio y tenga su origen en prácticas individuales y colectivas conscientes y responsables desde un punto de vista ambiental, social y económico. La RSE se fundamenta y consolida en las empresas a través de creencias, valores, hábitos, tradiciones y actitudes de las personas que la integran, conscientes de que la creación de valor económico se debe realizar de modo responsable con el medio ambiente y la sociedad; no se necesita invertir gran cantidad de recursos para fomentar este tipo de cultura, es cuestión de fortalecer la consciencia de los individuos.

El primer paso que debe dar una organización en materia de RSE es el fomento de una cultura empresarial socialmente responsable en su interior, una vez fortalezca este aspecto estará preparada para satisfacer las expectativas en esta materia de los stakeholders externos, antes no, pues se incurriría seguramente en predicar lo que no se aplica. Las prácticas de RSE en una pyme se fortalecen a medida que se adquiere un mayor conocimiento en el tema y se ponen en práctica las iniciativas, se trata de ir construyendo grandes proyectos desde pequeñas iniciativas e ir creciendo desde la solidez de una cultura empresarial responsable.

Existen muchas prácticas sencillas que se pueden implementar en cada uno de los ámbitos de la RSE –social, ambiental y económico– para fortalecer la cultura de responsabilidad social empresarial al interior de las organizaciones. A continuación, abordamos algunas del ámbito ambiental, en posteriores entregas abordaremos las prácticas sociales y económicas.

Evitar el uso del plástico y del icopor

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada año, alrededor de 13 millones de toneladas de plástico son vertidas en los océanos; la contaminación y el daño que causa este material a los ecosistemas es incalculable. Una botella de plástico tarda 500 años en descomponerse. Similares impactos negativos genera el icopor o poliestireno, con el agravante que es un material hecho de petróleo, un recurso no renovable que es altamente contaminante cuando se calienta para el proceso de la manufactura. Una buena práctica ambiental al interior de las organizaciones consiste en evitar el uso de bolsas, vasos, recipientes, botellas, cubiertos y mezcladores, entre otros, elaborados en icopor o plástico. Un mezclador no es de uso indispensable, los vasos plásticos o de icopor pueden ser reemplazados por uno que no sea desechable, los mugs de porcelana son una alternativa.

Uso adecuado del papel

Según Greenpeace, cada año 15.000 millones de árboles son talados para la fabricación de papel. La fabricación de cada kilogramo de papel genera alrededor de 3,3 kg de CO2. En la actualidad, gracias a las tecnologías de la información y la digitalización en la que se encuentran inmersas las empresas, es posible reducir considerablemente las impresiones de papel con fines publicitarios, comerciales y/o administrativos. Adicionalmente, se puede reutilizar todo el papel que se utilice al interior de la compañía. El reciclaje y la facturación electrónica son otras de las alternativas para un adecuado y uso responsable del papel.

Clasificación de los residuos

En la medida en que la separación de residuos sólidos al interior de la compañía se realice de manera adecuada, la empresa contribuirá a que la recuperación de materiales reciclables sea mayor. Si no se cuenta con un plan de manejo de residuos sólidos, se recomienda tener todas las canecas (de los diferentes colores) de reciclaje y realizar jornadas de socialización –en las que se involucren todos los colaboradores– acerca del uso adecuado de estas. Recordemos que a partir del 1 de enero de 2021, según disposiciones de la Norma Técnica Colombiana GTC2, los únicos colores permitidos para el reciclaje serán el verde para los residuos orgánicos aprovechables, el blanco para residuos aprovechables y el negro para residuos no aprovechables.

Promover el uso de medios alternativos de transporte

La empresa puede incentivar a sus empleados a usar medios alternativos de transporte –bicicleta, patines, patineta– para desplazarse hasta sus instalaciones, contribuyendo a disminuir la huella de carbono que generan los medios de transporte por el uso de combustibles fósiles. Una tarde libre, boletas para cine, una invitación a cenar, un kit deportivo, son algunos de los incentivos que captarían el interés de los empleados.

Selección de proveedores

Es importante que los proveedores que suministran el papel, implementos de aseo, cafetería, alimentos y bienes, y servicios en general se caractericen por la implementación de prácticas de RSE y tengan una apuesta por la sostenibilidad, de este modo se logrará una sinergia y coherencia con la cultura empresarial.