Aunque se supone que esta es una capacidad que se dificulta más para emprendedores, micro o pequeños empresarios, por la esencia misma y características de su negocio; delegar, y hacerlo bien, trasciende hasta las más grandes compañías convirtiéndose en una de sus herramientas más valiosas.
Conozca qué es, para qué sirve y cómo le puede ayudar el saber delegar para su desarrollo gerencial.
Por Cristian Rojas, editor del INCP.
De acuerdo al significado recogido en el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia de la Lengua (RAE), ‘delegar’ es, “hablando de una persona: Dar la jurisdicción que tiene por su dignidad u oficio a otra, para que haga sus veces o para conferirle su representación. Por ejemplo, delegó en su hijo la decisión sobre el futuro de la empresa. –o– Después de su último infarto, prefirió delegar más en su socio”. Desde esa perspectiva se hace irrefutable que, en la concepción misma del lenguaje, el delegar se plantea como término empleado en el ámbito corporativo y, siendo más precisos, en la esfera gerencial.
Yendo más allá, la delegación es el método por el cual dueños, gerentes y directores han conseguido que sus organizaciones crezcan y perduren, al mismo tiempo que lo hacen sus colaboradores.
En su libro Delegar, José María Acosta (autor de Management y director y consultor de múltiples compañías, entre otros) deja clara la vitalidad de la delegación como herramienta para la salud y crecimiento de cualquier compañía, sin importar su tamaño o envergadura:
Una de las claves menos atendidas es la delegación, que es la forma más idónea de potenciar un equipo. Empezando por el jefe, que siempre tiene más cosas que hacer que tiempo para hacerlas.
Delegar es la única trampa que podemos hacerle al tiempo. El problema es que delegar no es fácil, aunque lo parezca. Nadie nos enseña a hacerlo. Es tan fácil pecar por exceso (abdicar) como por defecto. Y aprender a hacerlo es lento y arriesgado. Imitar a jefes, aunque sean buenos, no garantiza que nos libremos de malos hábitos, de errores o de comportamientos mejorables.
La delegación recibe aportaciones continuas de lo que cabría llamar nuevas tecnologías sociales que revolucionan lo que hasta no hace mucho considerábamos lo mejor. La actitud de las personas también se ve modificada por el cambio de hábitos sociales. Sus expectativas son mayores. Necesitan crecer, desarrollarse. La delegación es una herramienta idónea para favorecerlo. (Delegar, José Má. Acosta, ESIC 2009)
Qué es
Es importante romper otro paradigma infundado que sitúa el delegar a la par de una simple orden, mandato o encomienda. Sus diferencias, aunque parecen sutiles, son muy marcadas y hacen la diferencia a la hora de visibilizar a un empelado como autómata (quien simplemente sigue y cumple órdenes) o verlo como pieza clave para el desarrollo de sus objetivos: colaborador.
El delegar va más ligado al empoderamiento que a la ordenanza, al realizar efectivamente esta tarea se da la potestad a los colaboradores de tomar sus propias decisiones, eso sí, para conseguir el crecimiento común. No por nada Daniel Cadavid, experto en la materia, asegura que “Delegar es la forma más efectiva para hacer crecer su negocio, por lo tanto, debe saber qué delega, transmitir bien lo que delega y controlar lo que delega”.
Por qué hacerlo
Pero, ¿de qué manera esta estrategia va a ayudar a su crecimiento, el de su compañía y hasta el de sus colaboradores?, es la pregunta que constantemente se hacen quienes ven con preocupación el compartir responsabilidades, y encuentran más debilidades que fortalezas. Sencillo, para resumir, al tener una organización en la que este es uno de sus principios rectores, se evitará la sobrecarga de trabajo generada por la concentración del mismo; creará una sinergia que permitirá a los cargos estratégicos pensar en temas de visión expansión y gerencia y no quedarse en los detalles, por lo general operativos; y, por último, hará que todos los integrantes de la compañía se empoderen e identifiquen con esta, con lo que hace y con su visión.
Recuerde que “El líder capaz, entrena su suplente, el cual puede delegar a voluntad cualquier detalle de su posición. Solo de esta manera un líder se multiplica y se prepara para estar en muchos lugares y dar atención a muchas cosas al mismo tiempo”. Como lo señaló Napoleón Hill –periodista, escritor, asesor presidencial y uno de los artífices del éxito en los negocios del siglo XXI de los Estados Unidos–.
Despréndase de lo viejo
El aspecto más difícil a la hora de delegar es librarse de la idea de que solo usted puede hacer las cosas bien. Quiéralo o no, esta concepción está tan arraigada culturalmente que es común escuchar frases como “si quiero algo bien hecho, debo hacerlo yo mismo”, o “Las cosas se hacen a mi manera y punto”. Por esta razón es necesario hacer un alto en el camino y apartarse de los prejuicios que, en lugar de aportar en su crecimiento y desarrollo profesional, pueden estancarlo y entorpecer su desempeño. Es necesario aprender a confiar en otros y entender que existen infinidad de alternativas para conseguir un mismo objetivo.
Es que, como el filósofo y poeta Juvenal decía “Confiar en todos es insensato, peor no confiar en nadie es neurótica torpeza”. La confianza, aunada con otras capacidades, es indispensable para no caer en el error de querer hacer todo por su propia cuenta. Permita que los demás aporten a sus ideas y, en el mejor de los casos, lo sorprendan con nuevas e ingeniosas alternativas; en el peor, todo seguirá haciéndose a su modo.
Cómo lograrlo
Andrew Carnegie, famoso industrial y empresario estadounidense del siglo XIX, señalaba que no se podría ser un gran líder si quería hacerse todo por cuenta propia, obteniendo el crédito de ello; por lo que es importante saber delegar.
Luego de comprender su importancia y aventurarse al tomar esta importante decisión, es determinante entender que no puede simplemente andar por ahí repartiendo responsabilidades indiscriminadamente. Para garantizar el éxito común debe asegurarse de asignar el desafío correcto a la persona correcta. Es claro que unas personas son mejores que otras desempeñando ciertas labores, y es ahí donde debe tener especial cuidado ya que será su punto de partida. “Uno de los secretos del éxito empresarial consiste no en hacer uno mismo el trabajo, sino en reconocer al hombre apropiado para hacerlo», aseguraba el mismo Carnegie.
Pasos
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Luego de definir que sí y que no es susceptible de delegar en su negocio, identifique la persona idónea para llevarlo a cabo, teniendo en cuenta:- Aptitudes.
– Competencias.
– Actitud.
– Liderazgo.
– Desempeño.
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Sea claro con lo que desea (claridad en el mensaje) y asegúrese que este sea comprendido.
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Establezca metas y objetivos en cuanto a tareas y tiempos, recordando siempre no solo delegar tareas sino también responsabilidades y autoridad.
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Mantenga un diálogo constante en el que haya retroalimentación: solucionen inquietudes, pueda brindar guía y se evidencien resultados a corto mediano y largo plazo, dependiendo de los objetivos propuestos. Es tan importante hablar como prestar atención, tal como lo recuerda Sam Walton, fundador de las tiendas minoristas Walmart y Sam´s Club: “Para delegar responsabilidades en su organización, y hacer que las buenas ideas se desarrollen junto con las responsabilidades, usted debe escuchar lo que sus colaboradores y asociados están tratando de decir”.
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Por último, nunca subestime la motivación: ¿qué conseguirá quien desarrolle bien las tareas delegadas?, ¿a dónde lo llevará?, ¿qué papel jugará dentro de la compañía?
Siempre tenga presente que, como un viejo proverbio chino dice:
«Si camina solo, irá más rápido; pero si camina acompañado, llegará más lejos”.