¿Te ha pasado que tienes algo importante que decirle a una persona, pero no encuentras las palabras adecuadas y tampoco sabes por dónde empezar? Quizás dices lo primero que se te viene a la mente y, al final, terminas arrepintiéndote de cómo lo dijiste.
No te angusties, dar retroalimentaciones constructivas no es algo que enseñen con frecuencia en la academia, pero aprender a hacerlo te ayudará a cultivar habilidades de liderazgo y probablemente mejore tus dinámicas de trabajo en equipo.
A continuación, algunas ideas que te ayudarán a dar una buena retroalimentación:
Principios clave para que tu retroalimentación sea efectiva
- Evita las ambigüedades: sé específico y argumenta lo que dices
Si dices algo como “tu informe quedó regular”, probablemente quien reciba el comentario se lo tome personal y no entienda por qué su informe no cumplió con los estándares requeridos; por ello, lo mejor es indicar con detalle qué cosas no se hicieron debidamente. En este sentido, podrías decir: “noté que en la segunda parte del informe hay diferencias con los registros del sistema, por ejemplo, en la línea 29. Me gustaría que revises ese cálculo y me expliques qué pasó”.
- Enfócate en acciones y no en la persona
Evita frases que hagan referencia a la persona, por ejemplo, “eres desordenado” o “no te preocupas por la calidad”. En su lugar puedes decir: “vi que los anexos no estaban completos” o “faltaron respaldos en esta transacción”. Esto ayudará a evitar que la se torne a la defensiva.
- Elige un buen momento y lugar
Lo ideal es que las retroalimentaciones individuales se den en privado, en estado de calma, y no en momentos de tensión.
- Cuida tu tono y tu estado emocional
Si estás molesto, espera. La ira puede convertir una retroalimentación en un ataque. Usa siempre un tono profesional, amigable y de confianza.
- Promueve el diálogo
Después de compartir tus observaciones, invita al otro a expresar su perspectiva: “¿cómo lo ves tú?” o “¿qué dificultades encontraste?”. A veces la causa del error no está en las personas si no en los procesos, las herramientas o las situaciones de presión.
- Ofrece sugerencias y acompaña el cambio
No te quedes en el “esto está mal”. Propón rutas de mejora: una guía, un apoyo, un plan de seguimiento. Extiende tu mano para que la persona avance.
- Haz un resumen y plan de acción
Antes de finalizar la retroalimentación, retoma los puntos más importantes, confirma que la otra persona los entendió, acuerda siguientes pasos y los plazos para revisar el progreso.
- Equilibra elogios con críticas
Si solo realizas críticas, la otra persona puede desmotivarse. Inicia señalando lo que hizo bien, lo que aporta, y luego introduce lo que podría mejorar. Cuando veas avances o buenas acciones, reconócelas.
Guía para cuando no sepas cómo empezar
Si no sabes por dónde empezar una conversación difícil, el siguiente esquema te puede ayudar:
- Apertura positiva: comienza con indicar algo que valores de la otra persona.
- Observación concreta: describe con evidencias el comportamiento o resultado a mejorar.
Impacto y propuesta: explica por qué es importante mejorar ese comportamiento o resultado y qué cosas puntuales se deben mejorar.
- Escucha y acuerda: invita al otro a compartir su punto de vista y definan juntos los próximos pasos.
Recuerda…
Dar retroalimentación no es sinónimo de confrontación. Es una muestra de liderazgo. Quien sabe escuchar y ofrecer una buena retroalimentación, con respeto y empatía, no solo mejora resultados, también impulsa el crecimiento de quienes lo rodean.

